Nuremberg se basa en dos libros clave: The Nazi and the Psychiatrist de Jack El-Hai y 22 Cells at Nuremberg, donde el psiquiatra estadounidense Douglas Kelley relató sus encuentros reales con los líderes nazis mientras esperaban el juicio internacional de 1946. Sus diarios y entrevistas revelaron una verdad inquietante: los responsables del Holocausto no encajaban en ningún perfil patológico. Eran hombres comunes, funcionales… y absolutamente conscientes de sus decisiones.
La película, dirigida por James Vanderbilt, convierte ese material histórico en un duelo psicológico de alto voltaje entre Kelley y Hermann Göring, el arquitecto del terror nazi. Lejos del retrato monstruoso habitual, Vanderbilt se apoya en la documentación original para mostrar a un Göring seductor, inteligente y letal. Esa complejidad es clave en la interpretación de Russell Crowe (Fuera de control), en uno de sus trabajos más potentes de los últimos años.
Del otro lado, Rami Malek (Larry Crowne: el amor llama dos veces) encarna a Kelley como un hombre dividido entre la ciencia y la fascinación. Sus largas entrevistas, recreadas a partir de apuntes auténticos, lo llevan a enfrentarse no sólo al criminal que tiene enfrente, sino también a los límites éticos de su propia profesión. La película se sostiene en esa tensión íntima: dos mentes brillantes atrapadas en una celda, disputándose el control del relato.
El elenco se completa con Michael Shannon (Una guerra brillante, Lo que fuimos), John Slattery, Richard E. Grant y Leo Woodall, que dan vida a jueces, fiscales y oficiales que presenciaron la caída final del Tercer Reich. Más que un drama histórico, Nuremberg es una advertencia contemporánea sobre cómo surge el fanatismo…y cómo se disfraza de humanidad.
Nuremberg llegará próximamente a las salas de cine de Latinoamérica.
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