Una práctica habitual que tenemos la gran mayoría de las personas cuando vamos al cine es comprar algo para comer antes de la función. Si en marketing se dice que el contenido es el rey, en el cine podríamos decir que la comida preferida es el popcorn. Podremos tener un debate si se prefiere dulce o salado, pero en esta oportunidad no indagaremos allí.
Ahora el principal interrogante es ¿cómo llegamos a comer popcorn en el cine? Es decir ¿Cómo fue que se eligió este alimento para que nos acompañara mientras que vemos la película frente a la pantalla grande? ¿De dónde proviene esta costumbre?
En los años 20 el cine era un espacio reservado para clases sociales altas. Estos espacios mantenían un estilo decorativo similar a un teatro o una ópera y por lo tanto, estaba prohibido comer allí. Tras la Gran Depresión en 1929-1930 en Estados Unidos, los cines se convirtieron en el principal lugar de entretenimiento como forma de escapar a la cruda realidad que se estaba viviendo. Y además, se volvieron accesible para las clases populares.
Un alimento que era igualmente accesible para todos los espectadores era el popcorn. Sumado a esto, los granos de maíz eran una materia prima que abundaba en el país. Por lo tanto la ecuación era sencilla: el público con poco dinero y mucha hambre, saciaba su apetito con popcorn mientras se entretenía viendo películas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, este alimento finalmente ya había llegado para quedarse porque fue una época en donde brillaba la escasez de azúcar y por lo tanto los vendedores de caramelos fueron desapareciendo al ser una mercadería racionada. Pero el popcorn fabricado con maíz, un producto que abundaba, ganó posición. Y así fue como poco a poco los Gerentes de Marketing de las cadenas de exhibición fueron incorporándolo para que pudiera ser vendido dentro de los mismos complejos.
Y así es como hoy en día cuando entramos a una sala de cine, podemos oler el rico aroma que este alimento desprende. ¿Conocías la historia?
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Imagen: Google