La historia sigue a Liz, interpretada por Tatiana Maslany, quien viaja con su pareja a una cabaña aislada con la intención de desconectarse. Pero lo que empieza como una escapada romántica pronto se vuelve inquietante: sonidos, presencias y una sensación constante de que la casa guarda secretos que nadie quiere revelar.
Keeper vuelve a mostrar por qué Osgood Perkins se ha convertido en uno de los directores más imprevisibles y personales del terror actual. Tras un año marcado por estrenos potentes, su nueva película llega envuelta de misterio: sin campaña tradicional, sin adelantos extensos y con una intriga que solo creció entre los fans del género. Esa decisión no es casual: Keeper es una experiencia que se disfruta más cuanto menos se sabe.
Tatiana Maslany (La dama de oro, Destrucción) entrega una actuación profundamente emocional, sosteniendo el relato a medida que la película transita desde el drama psicológico hacia un terreno más enigmático y perturbador. Su interpretación captura con precisión la fuerza de una mujer que debe enfrentar algo que supera por completo su comprensión.
Con una atmósfera particular, un diseño visual hipnótico y una narrativa que desafía las expectativas, Keeper se consolida como una de las propuestas más interesantes del género. Perkins apuesta por lo sugerido más que por lo explícito y construye un viaje donde la incertidumbre es la protagonista.
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