En las tierras de Hollywood, nadie se atreve a poner en tela de juicio que Hilary Swank es una de las intérpretes más excepcionales de su generación.
Ya desde niña Swank amaba el teatro y se destacaba como brillante deportista. Siempre fue muy atlética y alcanzó a competir en las Olimpiadas Junior en natación. Pero, la gloria la alcanzó en el arte. Antes de cumplir los 31, ya había sido galardonada con dos premios Oscar por Boys don’t cry y Million dollar baby, dos películas que le dieron el reconocimiento de la crítica y el público.
Vuelta al ruedo
Una prolongada ausencia de Swank en la cartelera fue, en algunas ocasiones, atribuida a la supuesta “Maldición del Oscar”. La leyenda que indica que tras alcanzar la adorada estatuilla muchos talentos comienzan a trastabillar y caen en el olvido.
Pero, la propia Swank salió a contar su verdad. Aclaró que los últimos tres años se apartó de los focos para acompañar a su padre que debió someterse a un trasplante de pulmón. Ya recuperado, Swank vuelve al ruedo y se prepara para estrenar What They Had (Lo que fuimos).
Y, vueltas de la vida, su personaje deberá lidiar con el Alzheimer de su madre (Blythe Danner) en el nuevo trabajo de la directora y escritora Elizabeth Chomko.