Pocos dudan que el canadiense Jason Reitman ya es un director consagrado a sus 40 años de edad. Y, como si fuera poco, exhibe potencial para convertirse en uno de los grandes del séptimo arte.
Al ser hijo del director Ivan Reitman (responsable de la mítica “Cazafantasmas”) y la actriz Genevieve Robert creció inmerso en el mundo del cine y sus sets de filmación. Suena fantástico. Aunque él ha revelado que debido a su extrema timidez su niñez fue “un poco friki, con un típica historia de perdedor”.
Por entonces, soñaba con acompañar a su padre a la ceremonia de los Óscar. Pero más aún, quería que su padre también lo acompañara a él algún día. Y así fue.
Un camino propio
Reitman se empeñó en forjarse su propio estilo. Y en el camino consiguió hacer de todo: dirigir, actuar, producir y escribir. Hasta puso en marcha un negocio para financiar sus primeros cortos.
Su calidad como artista comenzó a despuntar con su opera primera Gracias por fumar (2005). Y la madurez le llegó con el suceso de Juno (2007). En la actualidad, ve nacer su nueva criatura: Tully, el film en el que desde un ángulo fresco y profundo a la vez desanda las luces y sombras de la crianza de hijos e hijas.
